Mt 11,11-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».

Para meditar:

• Jesús explica en el evangelio de hoy que son los violentos quienes entran en el reino de los cielos. Se trata de una afirmación escandalosa que cabe entender bien. No se trata de violencia contra los demás -nada más alejado del mensaje de Jesucristo- sino contra nosotros mismos. Consiste en el combate espiritual necesario para refrenar nuestras pasiones, para vencer las tentaciones, para perseverar en nuestra condición de cristianos no obstante todas las dificultades que puedan presentarse.
• Quizás nos sentimos pequeños, incapaces de llevar a cabo el combate espiritual que nuestra vida cristiana exige. Pero entonces tenemos que recordar aquello que explicaba san Pablo, a saber: que «Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza» (2 Tm, 1, 7). Con la ayuda del Espíritu Santo, a pesar de nuestra fragilidad, seremos capaces de vencernos a nosotros mismos por amor a Jesucristo.
• «Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Jesús nos invita a ser exigentes con nosotros mismos e indulgentes y misericordiosos con los demás. A trabajar para que en nuestro entorno -en nuestra familia, en nuestro vecindario, en nuestro pueblo o ciudad, en nuestro puesto de trabajo, etc.- se instale la verdadera paz de Cristo. ¿Qué hago, concretamente, para difundir en mi ambiente esa paz evangélica?