Evangelio y puntos de meditación del sábado 13 de diciembre

Mt 17,10-13

Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.


Para meditar:

  • Los discípulos preguntan a Jesús por algo que no acaban de entender del todo, y el Señor, lejos de enfadarse porque tienen la mente embotada, se lo explica amorosamente con todo detenimiento. Lo mismo sucede en tantas otras ocasiones, tal y como explica el evangelio (cfr. Mc 4,34). Así tiene que ser nuestra relación con Jesús: llena de confianza y de sencillez. Es lo propio de los amigos, entre los cuales no hay secretos. Rezando con frecuencia, abriendo nuestro corazón a Jesús, aprenderemos poco a poco a tener esa tierna confianza con Él. ¿Procuro tener con Jesús una relación respetuosa -él no deja de ser nuestro Señor- pero cercana y llena de amor? ¿Puedo decir que Jesús es mi mejor Amigo?
  • «También el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Y no sólo de parte de ellos, esto es, las élites religiosas de Israel, sino también de parte todos nosotros, de tí y de mí. En efecto, tal y como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, recogiendo palabras del Catecismo Romano, «los pecadores mismos fueron los autores y como los instrumentos de todas las penas que soportó el divino Redentor  (…) son nuestras malas acciones las que han hecho sufrir a Nuestro Señor Jesucristo el suplicio de la cruz, sin ninguna duda los que se sumergen en los desórdenes y en el mal «crucifican por su parte de nuevo al Hijo de Dios y le exponen a pública infamia» (Hb 6, 6)» (CEC 598). ¿Tengo dolor de mis pecados? ¿Procuro fomentar en mi alma la contrición, compensando así al menos en parte la ofensa a Dios provocada por mis malas acciones?
  • Jesús, pese a saber que su destino es padecer en la cruz, no hace nada por evitar dicho resultado, sino que al contrario, va al encuentro del mismo, pues comprende que es la voluntad de Dios, su Padre. Y ante la inminencia de la Pasión su oración es tan sencilla como profunda: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú» (Mt 26, 39). Muchas veces nosotros vamos a nuestro aire, sin tener presente, sin preguntarnos, acerca de lo que Dios quiere de nosotros ¿Procuro pedirle a Dios que me de a conocer su Voluntad, que guíe mi camino? ¿Sigo el ejemplo de Jesús, nuestro Maestro, procurando poner por obra aquello que Dios me pide?

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